El
pasado viernes día 3 de septiembre, pusimos el colofón a un extraordinario 27
Ciclo de los Viernes Flamencos de Pozoblanco, finalizando dicho ciclo, un
magnífico elenco de artistas, compuesto por el excelente cantaor Antonio Reyes,
su hijo Nono y dos grandes palmeros; a los que presentó nuestra cantaora y
vocal de la Peña Pili Acaiñas.
Pili,
además de hacer una excelente presentación de los artistas, de los que aportó
datos muy significativos e interesantes, comentó que se cierra un ciclo y se
abre otro. Se cierra una etapa y se abre otra, con la convocatoria de
elecciones para Presidente/a de nuestra Peña flamenca. Y pronunció palabras de
agradecimiento a la Delegación de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de
Pozoblanco, Vicente Galbis y sus técnicos de sonidos, a nuestro socio de honor
D. Antonio Arévalo y a COPE Pozoblanco; a nuestro Presidente Félix Gutiérrez y
demás compañeros de la Junta Directiva, por el trabajo realizado durante éste
vigésimo séptimo ciclo de los viernes flamencos y a todas las personas que han
formado parte de las Juntas Directivas de nuestra Peña flamenca, por su labor
al frente de la misma.
Si tuviera que resumir la actuación de Antonio
Reyes, sería “pura esencia”. Porque eso es lo que derrochó sobre el escenario del
Coso de los Llanos, además de un derroche de simpatía, compás, jondura,
sensibilidad, gusto exquisito, gitanería y flamencura en todos sus cantes.
Comenzó
como los grandes por Soleá Apolá del Charamusco, en honor al genial Antonio
Mairena. Luego siguió por Tangos, acordándose en una letra del inigualable
Camarón de la Isla y otra que hizo por Fandangos transportáos por Tangos. Siguió
con el compás por Alegrías de Cádiz y Córdoba. Y cerró el compás por Bulerías
con un regusto y pellizco para quitarse el sombrero. Luego cambió a lo “jondo”
y cantó por Seguriyas “pa” romperse la camisa”, con la más pura ortodoxia. Y
cerró el ciclo por Fandangos Naturales, sacando la más pura esencia gitana del
Flamenco.
Por
su parte, Nono Reyes acompañó a su padre con el más exquisito gusto y sensibilidad,
como la que tiene su padre para mecer el cante, pero trasladada al toque. Es
admirable y gratificante, escuchar y ver con que limpieza y perfección toca un
guitarrista tan joven, que sin duda, está llamado a ser uno de los grandes de
la guitarra de éste siglo.
En
cuanto a los palmeros, de los que no sé el nombre, pero que son de sobra
conocidos en el ambiente flamenco, marcaron el compás a la perfección, dándole
un brillo especial al grandioso recital
que nos ofrecieron éstos cuatro extraordinarios artistas; a los que despedimos
en pie, con un cariñoso y largo aplauso.
Comentarios
y fotografías: Juan Antonio, secretario de la Peña.