De
colosal, se puede calificar el inicio de este XXII Ciclo de los Viernes Flamencos
de Pozoblanco, con el recital de Agustín Fernández Valenzuela, acompañado a la
guitarra por Antonio Contiñez, a los que presentó de forma magistral, nuestro
querido socio y expresidente de la Peña
D. Antonio García Sánchez, que una vez más demostró la experiencia y los
conocimientos del arte flamenco que atesora; así como de estos dos excelentes
artistas.
Antonio
además nos comentó anécdotas y experiencias personales vividas con el maestro, que
muchos de nosotros desconocíamos, y cuya dilatada carrera y trayectoria
artística conoce perfectamente. Igualmente nos hizo una estupenda exposición
del curriculum del guitarrista que le acompañó.
Agustín
Fernández, nos volvió a demostrar el pasado viernes, que una de las pocas
enciclopedias vivientes del Flamenco, que por suerte todavía nos quedan, porque
además de cantar como no puede hacerlo nadie a sus 76 años, nos dio una
verdadera lección de cómo hay que cantar flamenco, ejecutando los cantes con la
“jondura”, el pellizco, el poderío y la más pura ortodoxia, que sólo saben imprimirle al cante los
grandes. El maestro nos transportó a tiempos pasados, a cante rancio, añejo,
con sabor y olores de principios o mediados del Siglo XX, con esa forma suya
peculiar y única propia de cantaores de esa época, en la que el cante resurgió
con fuerza y poderío, nadando siempre contra corriente y desafiando todas las
dificultades habidas y por haber; con letras emocionantes, desgarradoras y ya
prácticamente olvidadas.
Y es
que Agustín, es un grande entre los grandes, que nos emocionó con su forma
única y genuina de hacer los cantes. Comenzó su actuación con cantes Abandoláos
y Fandangos de Lucena, para después continuar por Soleá y finalizó la primera
parte por Fandangos de Huelva. Y en la segunda, nos deleitó con Guajiras,
Marianas, Tarantas y Cartageneras; Soleá, Seguiriyas y a petición del público,
ya que se había despedido, se volvió a sentar y nos hizo una tanda de Alegrías
como sabe hacerlas Agustín Fernández, que dicho sea de paso, tiene un sello
personal único y una honradez fuera de lo común cuando se sube al escenario.
Porque Agustín nació Flamenco, ha vivido y seguirá viviendo como un auténtico
flamenco, del que nos sentimos muy orgullosos de que sea nuestro titular y de
que haya decidido venirse a vivir con nosotros y terminar su carrera en el
pueblo que le vio crecer y hacerse artista, aunque luego sus pasos siguieran
por otros derroteros.
Ojala
que tenga mucha salud y suerte y que viva muchos años, para que pueda terminar
esa Antología que está preparando, que con toda seguridad, será una verdadera
joya del arte Flamenco.
Y a tal
señor, tal honor; porque el guitarrista que acompañó a Agustín el viernes, no
se quedó a la zaga con el maestro, si no todo lo contrario. Antonio Contiñez,
estuvo en todo momento a la altura, dándole al maestro la cobertura perfecta, y
sin pretender ningún tipo de lucimientos personales, nos dio un verdadero
concierto mientras acompañaba al cantaor, haciéndonos disfrutar de una noche de
antología, que quedará para siempre en el recuerdo de quienes tuvimos la suerte de escucharles, especialmente en las Guajiras, las Tarantas y Cartageneras y la Soleá
que hicieron en la segunda parte, donde ambos estuvieron cumbre, sin
menospreciar los demás cantes; consiguiendo al final de su actuación una
merecida e interminable ovación del público asistente.
Comentarios
y Fotografías: Juan Antonio, secretario de la Peña.
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